jueves, septiembre 20, 2007

JAQUE PASTOR


Doy mi vida por la reina – Gritó el Peón lanzándose en embestida hacia una muerte segura.

Lo secundo y que mi cabalgo lo amerite – Exclamó el Caballo- mientras corría a lo cruento de la batalla.

El Rey permaneció dubitativo mirando la llanura sangrienta, mientras la Reina se dejaba acariciar los senos por un Alfil, escondida trás las Torres.

martes, septiembre 18, 2007

EL PRECIO DE LA INFAMIA


¿Qué precio tiene la atrocidad en el mundo moderno? Pues parece que los tribunales gringos ayer nos dieron una pista. La empresa “Chiquita Brands” debe pagar 25 millones de dólares por haber contribuido con apoyo económico a los grupos de autodefensas colombianos, esos mismos grupos que han sembrado el terror con sus sierras eléctricas en cada rincón del país y que se han disputado el negocio de la droga con la guerrilla y con los narco-funcionarios de este país. 25 millones de dólares equivalen a +o- 52 mil millones de pesos moneda local, un castigo ubérrimo para una acción tan atroz. ¿Qué olvidan los tribunales gringos? Que con esos dineros que aportó la empresa susodicha se compraron granadas, fusiles, sierras eléctricas y machetes. Que parte de ese dinero fue cancelado en las cuentas de los militares cómplices, de los jueces y gobernantes. Que parte de ese dinero se lo consumió en whisky un sicario celebrando alguna masacre. Que ese dinero alimentó el desangre y el llanto de madres viudas, de niños huérfanos y de mujeres violadas por el calor sofocante de un pueblo sin memoria y sin justicia.

Tal vez para el mundo y su macroeconomía miserable esta multa represente un castigo, pero para este pueblo es una humillante muestra de la soberbia de la globalización, no se pueden cambiar cheques por vidas, y además son premiados los señores de la empresa con el anonimato, toda una apología al delito. ¿Pero qué más se puede esperar de la institución judicial de un pueblo que apoya la muerte de millones de seres en el medio Oriente sólo para tener petróleo y gasolina para sus comodidades?

El mundo debe reclamar justicia y este caso amerita que el gobierno colombiano y sobre todo el pueblo declaren “inhumana” esta empresa y que el comercio internacional se abstenga de negociar con estos mercaderes de la muerte. Eso sueño, eso deseo, porque la atrocidad debe tener un castigo superior.

jueves, septiembre 13, 2007

JUEGO LIMPIO


Es mejor hablar con la verdad o con su aproximación, por eso tengo que decirte tajantemente que es cierto que te amo, pero eso también tiene sus bemoles. No te puedo jurar, aunque me gustaría, que sólo tendré ojos para ti, que ningún otro cuerpo malicioso distraerá mi mirada y reconducirán mis pasos, eso si sería engañarte de entrada. Hoy deseo morir a tu lado, pero cada día trae su afán. El peligro no está en contemplar la belleza en otra mujer, al fin y al cabo mi búsqueda es estética, el problema es cuando una mujer inteligente se aproxima y me penetra con sus dudas.

Tengo que ser sincero de entrada, el mundo es la construcción de cientos de engaños. Tu familia empieza por mentirte y creces pensando en un mundo diferente al construido con el excremento de los miedos. La escuela te dice que te va ha enseñar pero te engaña y apenas logras deletrear la existencia. Luego te diploman en las universidades y sólo te ofrecen un papel con tu nombre para el trueque. Nadie te quiere decir la verdad, y cuando el amor se aproxima entonces también te engañan con la imagen de la perfección, esa maldita manía de ocultar nuestra esencia, te prometen fidelidad y amor eterno, cuando la verdad sólo podemos aventurarnos en la incertidumbre.

Por eso te reafirmo que me tendrás combatiente por este amor, pero lleno de dudas, y cuando alguna noche regresé con mi bolsa llena de derrotas espero que lo entiendas. Hoy me ves sonriente, pero tengo la manía de llorar y sé que mi corazón está siendo alimentado por venas en las cuales unos días corre sangre y otros, fétidos desechos. Tal vez algún día se me dé por meter la cabeza en la cañerías para escudriñar el drama humano y quizás en eso tiempos no alabes tanto mi arrojo como lo haces hoy. O Tal vez me sature de tus besos y tus delicadezas, o de tus rencores que un día explotarán para reclamar el resultado de tus sueños. Tal vez lleguemos a odiarnos en silencio pero la costumbre nos impida separarnos, eso le pasa a la mayoría, pero lo cierto de todo esto es que quería decírtelo para juguemos con las cartas destapadas, porque estoy casi seguro que el amor es la prolongación del yo en el otro.
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EL CONCURSO DE POESÍA, MODALIDAD SONETO, SIGUE ABIERTO. LAS BASES AQUÍ:
http://devaneosparasietenoches.blogspot.com/2007/07/primer-concurso-internacional-de.html.

lunes, septiembre 10, 2007

IBAGUÉ CRÓNICA



LA PUERTA QUE NUNCA SE CIERRA II

Ya van tres días desde que ingresé a urgencias del ISS acompañando a mi esposa: después de muchas revisiones y demasiados diagnósticos nada está claro. Parece que el espíritu positivista que domina el siglo también tiene sus quiebres. Las enfermeras nos miran con cierto desconcierto y los médicos parecen no importarles mucho la paciente de la cama 13. Ellos entran y salen, van a distintos centros asistenciales a formular sus recetas para conservar la salud, ahora la salud no es un bien público, mucho menos un derecho, ahora es un servicio y se vende. El tiempo en el ISS se alarga, hablo con los vigilantes, con los camilleros, con algunos pacientes que igual que yo están “im-pacientes”. Un vigilante curtido de horas conversa acerca del futuro de esta clínica. La van a privatizar, es su sentencia, la cual es compartida por los usuarios y por los trabajadores. En las paredes hay rastros de una reciente protesta por las nuevas disposiciones del gobierno frente al ISS. Todo el mundo lo sabe, está es la crónica de una nueva muerte anunciada.

Me he convertido en cliente asiduo de un caspete que funciona a la entrada de urgencias, el cual es atendido en este turno por Camilo, un joven estudiante universitario que está punto de graduarse y que trasnocha para conseguir la plática del derecho de grado. Me dice que la noche ha estado mala porque casi no hay gente, a él le sirve que las personas se enfermen, son las ironías del mercado. Igual que todos los “usuarios” del ISS, sabe que pronto habrá un revolcón para modernizarlo, algo que viene sucediendo hace años. Nadie entiende por qué esta institución no ha podido alcanzar puntos de eficiencia y aún la corrupción, la politiquería y la falta de conciencia en lo público lo siguen corroyendo. Uno puede ver que la mayoría de los empleados han comprendido que prestar un buen servicio de salud es fundamental para su sostenimiento, pero desde el Estado no existe voluntad para defender uno de los últimos derechos sacrificados a la luz de la globalización y el libre mercado. Las empresas privadas ven en la salud un excelente negocio y esperan al acecho. La ley 100 fue el inicio, la división en grandes clínicas siguió el curso y esta nueva reforma parece ser la estocada final. La muerte no es contundente, es premeditada, es sistemática.

Regreso junto a la paciente de la cama 13. Nuevos enfermos han ingresado. La contradicción médica entre diagnóstico y diagnóstico sigue a la deriva. De un momento a otro el parte médico es sencillo. Le otorgan la salida sin haber llegado a ninguna conclusión sintomática que garantice la curación. Una fórmula, otro bono de prepago y el papeleo necesario para la facturación. Salimos desconcertados pero con la esperanza que la droga se encuentre en la farmacia. Ilusiones de siempre, sólo la mitad de ella y la otra hay que comprarla.

Al dejar la puerta el vigilante se acerca para indagar y le comento un poco meditabundo que no le dieron respuesta satisfactoria pero que se tienen esperanzas en lo formulado. Nos desea suerte y se sienta de nuevo en su cubículo destinado a la vigilancia. El silencio ronda nuestra partida y antes de abandonar el ISS pienso en que de todas maneras el bien público debe ser defendido. La puerta de urgencias aún está de par en par, tal vez la próxima vez que tenga que regresar la encuentra cerrada.
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Nota: Estos hechos sucedieron a mediados de marzo de 2007. El 28 de Julio la policía se tomó las instalaciones de la clínica del seguro social en Ibagué y con esta medida el Estado colombiano inició la útlima etapa del desmonte de la salud pública.

jueves, septiembre 06, 2007

IBAGUÉ CRÓNICA

LA PUERTA QUE NUNCA SE CIERRA I

Es viernes. Son las diez y treinta y cinco de la noche. Voy en un taxi oloroso a gas rumbo a urgencias del Seguro Social de Ibagué, en la “clínica del limonar” como todo el mundo conoce este sitio. Al llegar reconozco esa puerta abierta de par en par, la misma por la cual he ingresado algunas veces, casi siempre un poco temeroso por la salud de mi acompañante. Ya conozco el ritual de pasar de prisa en medio de una decena de miradas trasnochadas frente a un televisor de 21 pulgadas que no cesa nunca de entremezclar ruidos y voces alarmadas. La ventanilla de rigor, el funcionario público detrás de ella y la atención que varía de acuerdo al carácter y cansancio del mismo. Debo poner cara de serio o me harán esperar minutos valiosos en estos casos. Pasó el carné de afiliación y después de unos minutos la puerta de metal que resguarda la bóveda de urgencias se abre y un vigilante vestido de azul me sigue con su mirada hasta el fondo.

Espero otros minutos, aquí y en todos los lugares que atienden la salud pública la cuestión consiste en esperar, esperar. Un médico joven deja entrever su cara cuando un paciente sale y le hago señales para que lea entre líneas que el caso es de verdadera urgencia. Me hace seguir. De verdad es una urgencia, algunas veces he acudido al ISS sin tanto apremio, porque tenía una resaca o por una virosis de cambio climático. Después de resguardar el examen preliminar confirmo mis sospechas, debo pasar al lugar de tomas de muestras para varios exámenes de rutina: cuadro hemático, parcial de orina y glucosa. A mi compañera le designan una camilla, la número trece, al pie de otras dos camas ocupadas por mujeres de edad que se turnan para emitir quejidos propios de dolencias que no conozco, pero que intuyo son fuertes. Entonces miro el reloj y han transcurrido cerca de dos horas, el tiempo en los hospitales huele a límpido y transcurre lento.

Más tarde ingresa una mujer embarazada con sus retorcijones del génesis de la vida, una apuñaleado acompañado por un grupo de muchachos con pinta de reguetoneros, un señor de edad que carga una bolsa con sus despojos urinarios y mucha gente que deambula de aquí para allá, pidiendo información, solicitando atención o buscando algún perdido entre las camillas. Es la hora en que todo bulle, las enfermeras inyectan, los practicantes miran las historias clínicas y tratan de enlazar aquellos datos con los de sus tomos de medicina, ojean, analizan, formulan, se adormecen. A la madrugada todo está en silencio y muchos dolores han sido erradicados con el dopaje del acetaminofén, cada paciente posee un tentáculo por donde le ingresa suero o medicina, todos se duermen, todos están cansados y obviamente mi cabeza se bambolea en medio de la penumbra hospitalaria.

El nuevo día trae su sonata de pisadas y el cambio de turno convierte aquellos estrechos cuartos en una especie de mercado medicinal. El tropel de enfermeras y de médicos en caravana obliga a los vigilantes a sacar a los acompañantes de los enfermos, mientras se intercambian diagnósticos. Que la enferma del 5, (si, aquí los enfermos son números) pasa a cirugía, que el señor del 12 hay que darle de alta, que etc, etc. Mientras tanto salgo de nuevo y compro un tinto tan caro que por un momento me imagino en Nueva York y fumo un cigarrillo cuyo humo corta por un instante ese olor a algodones que ya se ha pegado a mi nariz. Después de una hora deambulando regreso y el vigilante del nuevo turno no me deja entrar, debo explicarle todo desde el principio hasta que accede pero dejando una amenaza flotando en el aire: Pero no se demore. De nuevo el tiempo toma un significado especial.
El día completo transcurre entre nuevos exámenes, nuevos diagnósticos, nuevos médicos, nuevas enfermeras y mu
chos enfermos. Tanto tiempo en este lugar ya me hace conocido y puedo deambular con cierta libertad en medio del mismo panorama. Narrar estos sucesos es repetir la historia. Nuevo cambio de turno y nuevos exámenes, parece que los manuales de medicina que leyeron estos médicos no contenías la sintomatología de la enfermedad que aqueja a mi compañera. Debo esperar, esperar, esperar, esperar y el sueño me dobla lentamente sobre una silla de plástico, el único lugar disponible para mí .

martes, septiembre 04, 2007

JUICIO


Ten cuidado cuando juzgas
la apariencia de los demás,
para muchos Hitler tenía
un bigote inofensivo