Se regodeó
en sus curvas
Antes de que
la noche estacionara el reloj
En el centro
de las horas.
Él estaba
allí, como un planeta extraviado
En la
inmensidad voraz del universo,
Gastando
palpitaciones en destellos,
Acercándose
sin saberse botín a la distancia.
Ella
parpadeó en medio de las nubes
Y dispuso
sus sábanas para un festín.
De lejos
apenas observábamos.
Una y otra
vez ella irradiaba
Y esos
destellos eran la envidia del infinito
Y sus
alrededores.
Él se
apagaba consumido en sus deseos.
La noche fue
incinerada tras un beso
Él, se
apagó.
Ella
deambula, luna por el cosmos,
Buscando a
otros cuerpos para alimentar su fuego.