miércoles, mayo 28, 2008

REFERENTE

Soy apenas compatible con la duda
Y bajo mi manga un as de incertidumbre
Es mi última carta.

Cansado de perseguir la verdad
Por los callejones de la ciencia
He decidido claudicar.
De hoy en adelante me declaro
En permanente trance.

Refuto todas mis hipótesis
Con el tembloroso índice
De mis complejidades empíricas.
No necesito datos
Para corroborar mis enunciados
Porque mis referentes
Son los sonidos vitales
De las palpitaciones.

Si alguien quiere objetar
Mis teoremas
Pierde su tiempo,
No existen métodos que demuestren
La banalidad del mundo actual.

viernes, mayo 02, 2008

DE LAS COSAS IMPOSIBLES


Hace años, mientras deambulaba por Bogotá intentando localizar a un poeta quien me había prometido ojear algunos de mis textos imberbes, terminé en un taller de mecánica. Tal vez la poesía y la mecánica no se correlacionen bien, tal vez si, lo cierto es que según informaciones, allí encontraría un familiar del susodicho. Cuando ingresé al viejo caserón que servía como hospedaje al mundo chatarrizado, intenté infructuosamente dar con el supuesto familiar del poeta. Un fuerte sonido impedía ser entendido y obviamente no tenía la pinta de ser dueño de nada, mucho menos de un auto. Me dirigí hasta el fondo y en un rincón que parecía ajeno al paisaje, observé las piezas de un motor, acomodadas de una manera poética. Me quedé observando aquel singular orden y entonces una voz que surgía de las entrañas de un auto preguntó:

- ¿Qué busca Joven?

No respondí, sólo me quedé mirando las piezas y su orden casi perfecto.

- ¿Qué es lo que lo extraña, Joven? Volvió a indagar la voz
- Es la forma en que acomoda las piezas, me llama la atención –contesté con ánimo de terminar allí mismo la conversación.
- Es que uno debe organizar las cosas, para luego organizar la vida –Respondió el hombre mientras giraba una llave inglesa
- ¿No es mejor organizar la vida primero? Respondí con atrevimiento.
- La vida nunca se puede organizar hijo, esa es una utopía, porque cuando estás a punto de organizarla, aparece la muerte. Y si esperas organizar la vida para luego hacerlo con las cosas, entonces tu vida será un desorden.

No dije nada más. Ahora ya no estaba pensando en el orden de aquellas piezas, sino en qué tipo de personaje era aquel mecánico. Hablaba de una manera muy filosófica para el oficio. Entonces su cuerpo fue surgiendo de entre la carrocería del auto y pude ver sus ojos perdidos en el vacío y su cara embadurnada de grasa y gasolina. Dirigió su rostro al lugar en donde me encontraba y volvió a preguntar:

- Aún no me ha dicho qué es lo que busca, y si no lo sabes jamás lo vas a encontrar.
- No, sólo merodeaba por aquí. Le dije avergonzado de algo que no podía describir.
- ¿Te asombra mi ceguera? Indagó como sabiendo el motivo de mis dudas
- No, me asombra que siendo ciego sea mecánico, y aún más que acomodes las piezas con tanta precisión.
- Es que a veces los seres humanos vemos demasiado y hace falta ver menos.

Luego el hombre se dirigió hacia una mesa en donde empezó a ensamblar las piezas de un motor. Miré atónito la firmeza de sus movimientos y la precisión con que dirigía cada pieza a su lugar.

- Mira muchacho, -me dijo en un tono más imperativo- no te asombres por lo corriente, la verdad en la vida hay misterios más profundos que mi elemental ceguera, lo que hago es un simple oficio, y no existen labores imposibles, solamente hombres incapaces.

Guardó silencio unos momentos y luego continuó.

- Me imagino que buscas a mi hermano. Es mejor que no pierdas el tiempo. Sólo es un poeta fracasado que cuando se embriaga se cree dueño del mundo y promete lo que no tiene. Sus pésimos poemas sólo le sirven para engañar idiotas y al parecer no lo eres.

Luego se metió de nuevo debajo del auto. Salí sin despedirme. El olor a gasolina y grasa se quedaron impregnados en mi ropa durante un buen rato. Mientras caminaba rumbo al paradero de buses pensé que me hubiera gustado ser mecánico, pero ya era demasiado tarde.