Por: Carlos Arturo Gamboa B.
Docente Universidad del Tolima
Al territorio de mis sueños ingresó un anciano de sombrero
raído.
Me dijo que el vocablo Paz
-como ese sueño-, era indispensable.
Luego me invitó a tener prudencia
Porque la palabra Paz,
dijo, está construida
Sobre un cementerio de palabras.
Si miras detenidamente, debajo de su altivez,
Encontrarás el despojo de otros sueños, en otros tiempos.
Apenas quedan restos de la palabra Justicia,
Traspasada por una bayoneta en aquella época
De jinetes iracundos invadiendo las montañas.
La palabra Equidad
fue devorada en un festín de avaros
Hace ya muchos siglos. Cuentan que llevaban una bandera
Con muchas estrellas en sus chaquetas de guerra.
La palabra Humanidad
fue declarada muerta en el siglo XX,
El mismo día cuando sobre Hiroshima llovía fuego
Y en nuestros campos florecía el primer plantío de
cadáveres.
La palabra Solidaridad
fue hurtada la noche del incendio
Y nadie la ha vuelto a ver. Los que vestían de rojo dicen
Que fue asesinada por los que vestían de azul, y viceversa.
Algunos aseguran que la palabra Solidaridad es un espanto
Y de noche gime con la nostalgia del destierro.
La palabra Grito
enmudeció y fue enterrada viva.
La palabra Democracia
nunca existió, sólo es un mito
Creado por los soñadores. No hay vestigios en estas tierras
De una presencia real de su concepto. Quizás sea un alma en
pena.
La palabra Nosotros
fue descuartizada. Sus pedazos fueron esparcidos
Por los buitres de la desolación, en varias plazas públicas,
Para escarmiento de las generaciones egoístas que luego
poblaron las ciudades.
La palabra Amor
fue hurtada de los diccionarios populares
Y se trasladó a un púlpito desde donde predica otras formas
de venganza.
Fue despojada de su vestido y acicalada como las rameras de
Occidente.
Ahora sólo pueden verla quienes tengan la ofrenda para
asistir a su espectáculo
O la sumisión para aceptar una guillotina sobre sus cabezas.
La palabra Libertad murió
en presidio, después de una larga agonía.
Dicen que antes de expirar lanzó al cielo un grito profundo
con su nombre.
Si agudizas el oído, en las noches escucharás su eco
retumbando las cordilleras.
Como aquellos son muchos más los vocablos enterrados,
Por eso la palabra
Paz está erguida
Sobre un cementerio de palabras.
El viejo me dijo, antes de continuar su camino por el
sendero agreste de los sueños,
Que sólo cuando a la palabra Paz le sea permitido germinar en otras palabras,
Podremos hacer una fiesta de resurrección y empezar de
nuevo.