SUPERSTICIONES

Crecí bajo el influjo de la cultura de la superstición y desde niño nadé en la ambivalencia de sus dictados y los de la razón pura del espíritu científico que se anidó en las escuelas. Siempre prima el más fuerte y bajo la dictadura del positivismo, la enseñanza ancestral nada pudo hacer, bueno casi nada, porque se ha sostenido gracias al embrujo de las amas de casa y sus ratos dedicados a la tradición oral, que en algunos casos llaman chismes. Cuando sentía dolor de estomago no acudí al especialista, sino que mi madre me preparaba una infusión de Paico, con un sabor a los mil demonios, que lograban curar los retorcijones. De la misma manera bebí agua de Hierbabuena para la indigestión, Ruda con leche para la fiebre y mucho más tarde preparé una poción de Ruda con Canela para el primer atraso de mi novia.

El fin de año pasado, mientras departía con mi familia, se despertaron todo tipos de sucesos propios de la tradición. Según los chamanes improvisados, para alcanzar la prosperidad se debía, entre muchas más acciones, colocar doce espigas de trigo en jarrón, darle vueltas a la cuadra con dos maletas (para viajar más en el 2007), ponerse calzones amarillas (para potenciar el amor), comerse doce uvas verdes a la doce de la noche (para que la comida no falte), entre muchas otras más.

Analicé con cuidado la situación, rasgo propio de mi formación en método científico, pero pudo más las enseñanzas de mi madre y su potencial chamánico. Entonces me surgió la duda ¿Qué acto debía ejecutar para asegurar la bonanza sexual en el 2007? Ninguno de los artilugios mencionados daba cuenta de esta necesidad esencial. Medité durante algún tiempo mientras disgustaba un vino seco y galletas de múltiples sabores. Entonces construí el rito que dejaría como legado a mis descendientes…para asegurar la prosperidad sexual se debe tener relaciones desaforadas justo el día 31 de diciembre, de coordinación tal que se alcance un orgasmo a las doce de la noche. Ahora solo faltaba probar el rito y esperar que se cumpliera.

Justo cuando estaba en estado de experimentación empírica, mi madre entró al cuarto a darme el feliz año.