lunes, abril 20, 2020

EL ÚLTIMO HOMBRE


Autor: Carlos Arturo Gamboa B.

Libro: Sueño imperfecto

Editorial: Universidad del Tolima

Año: 2009 



Para Marco T. Taborda.
 Constructor de utopías.

El hombre sentado frente a su ordenador había perdido la noción del tiempo, fue por eso que se inquietó cuando levantó la vista y observó que dentro de cinco minutos serían la ocho de la noche. Se sintió cansado y por un momento pensó en aplazar el trabajo para el día siguiente, pero luego se dio cuenta que aquella labor debía llegar a su fin. Volvió a observar el archivo que contenía los esfuerzos de muchas lunas y muchos hombres, sonrió y dictaminó su contenido.

Herramientas. Ortografía. Click. El ordenador empezó a revisar por vigésima vez aquel manuscrito. Repasó algunas palabras técnicas sobre las cuales nada sugirió. Subrayó en rojo algunos nombres propios, pero sólo bastaba acomodar dos o tres comas. Revisión terminada. La desconfianza de los años y el oficio le obligó a repasar de manera manual el escrito. Pudo detenerse en cada sustantivo letal, en cada pronombre, en cada verbo que le imprimía movimiento al discurso. Pudo ver la cara de los seres que construyeron aquella obra memorística de años. Los vio de nuevo discutiendo sobre la perplejidad y el asombro, sobre los miedos y las metas, sobre la indiferencia y el combate de los juicios. Escuchó de nuevo las pesadas letanías de los contradictores y la defensa argumentada de los comprometidos. Conjeturó un buen balance de esos días.

Archivo. Imprimir. Click. Las hojas se deslizaron lentamente dándole pasó a la acupuntura de los fonemas. Las recogió con regocijo como un pintor frente a su obra maestra. Las acomodó una tras otra sobre una carpeta brillante, predispuesta para el oficio. Antes de cerrar el trabajo pudo observar aquel título imaginado en otras épocas: Proyecto de vida. Recordó los primeros bocetos de aquel sueño colectivo y una risa de nostalgia cerró el ciclo de su cara.

Inicio. Apagar sistema. Enter. La luz se escondió tras la pantalla y la magia de una penumbra reconfortante invadió su oficina. Salió y el golpe de la puerta tras su espalda rompió el silencio de la noche. Todo estaba vacío a su alrededor. Quiso buscar un antiguo compañero para enseñarle el resultado de tantas luchas, pero recordó la soledad de esos últimos días.

Estaba demasiado solo para continuar. Era el último hombre, el destinado a claudicar las esperanzas de los que ya no estaban. 

3 comentarios:

ALVARO RÍOS dijo...

Me gusta la imagen de la soledad, es un cuento que logra generar en el lector una intriga bastante interesante.

Eileem Leandra Gutiérrez Carrillo dijo...

Ese primer párrafo.. Todos los días con sus noches y más profundo en las madrugadas.

Unknown dijo...

Proyecto de vida. Recordó los primeros bocetos de aquel sueño colectivo y una risa de nostalgia cerró el ciclo de su cara... la situación real de muchos en esta época ¡Que profundo!