Tengo prisa por llegar a casa, miro el reloj desesperadamente como si se tratase de un caso de vida o muerte. La ciudad está un poco húmeda, un poco triste, un poco oliendo a flores de cementerio. Trato inútilmente de tomar un transporte barato, camino desorientado por algunas calles conocidas, presiento que quizás en la otra esquina pase una ruta de bus que me lleve. Miro de nuevo el reloj, se hace muy tarde (¿para qué?), opto por tomar un taxi, hace algunos instantes pululaban por todas partes, pero ninguno quiere parar, parezco el hombre invisible que no sabe de su condición transparente. Camino más calles, más esquinas, más ciudad. La noche se hace más profunda, ahora no sé en dónde estoy, los avisos me son desconocidos, los edificios parecen extraídos de una película finlandesa, el miedo me arropa, me cala, me enfría, me derrota. En el momento culminante de mi desesperación un taxi para, el chofer mira mi rostro desconstruido por la desesperación, me indaga a dónde voy. Proporciono la dirección y me observa con una mueca de incredulidad, me dice que puede llevarme pero el valor que tasa es diez veces mayor al normal. Quiero decirle que sí, pero recuerdo que en mi billetera sólo habitan unos cuántos billetes. El hombre acelera y se marcha. La ciudad está más profunda, más oscura, más sin mí. Miro el reloj y presiento que llevo más de cinco horas extraviado. El corazón late a prisa, el terror (que luego no podré describir) extiende sus tentáculos sobre mi alma. La muerte sería más refrescante pero creo que no me está permitida. Despierto y estoy frío, erguido como un trozo de metal. El silencio del amanecer permite que mi corazón haga su ruido. Transcurren quince minutos y aún no estoy seguro de estar despierto.
jueves, junio 29, 2006
SUEÑO RECURRENTE I
Tengo prisa por llegar a casa, miro el reloj desesperadamente como si se tratase de un caso de vida o muerte. La ciudad está un poco húmeda, un poco triste, un poco oliendo a flores de cementerio. Trato inútilmente de tomar un transporte barato, camino desorientado por algunas calles conocidas, presiento que quizás en la otra esquina pase una ruta de bus que me lleve. Miro de nuevo el reloj, se hace muy tarde (¿para qué?), opto por tomar un taxi, hace algunos instantes pululaban por todas partes, pero ninguno quiere parar, parezco el hombre invisible que no sabe de su condición transparente. Camino más calles, más esquinas, más ciudad. La noche se hace más profunda, ahora no sé en dónde estoy, los avisos me son desconocidos, los edificios parecen extraídos de una película finlandesa, el miedo me arropa, me cala, me enfría, me derrota. En el momento culminante de mi desesperación un taxi para, el chofer mira mi rostro desconstruido por la desesperación, me indaga a dónde voy. Proporciono la dirección y me observa con una mueca de incredulidad, me dice que puede llevarme pero el valor que tasa es diez veces mayor al normal. Quiero decirle que sí, pero recuerdo que en mi billetera sólo habitan unos cuántos billetes. El hombre acelera y se marcha. La ciudad está más profunda, más oscura, más sin mí. Miro el reloj y presiento que llevo más de cinco horas extraviado. El corazón late a prisa, el terror (que luego no podré describir) extiende sus tentáculos sobre mi alma. La muerte sería más refrescante pero creo que no me está permitida. Despierto y estoy frío, erguido como un trozo de metal. El silencio del amanecer permite que mi corazón haga su ruido. Transcurren quince minutos y aún no estoy seguro de estar despierto.
martes, junio 27, 2006
99 pequeños aciertosy UN ENORME ERROR
En las empresas, por ejemplo, un error es objeto de memorandos, sanciones y hasta despidos; pero 99 aciertos son vistos como sucesos normales, gafes del oficio y por lo tanto no son objeto de felicitaciones, aplausos o cualquier rasgo meritorio. Igual sucede en otros sustratos sociales como la familia, en donde el error de alguno de los integrantes siempre será sobre-dimensionado a la luz del buen jucicio (?)
Sin embargo, existe una extraña divergencia de éstos jucios cuando nos referimos a la política. Olvidamos los errores y sobredimensionamos los aciertos, para con ello perpetuar el estado anómalo de las cosas. ¿Qué ocurriría si le aplicáramos los estándares de eficencia a la gestión de un alcalde, un gobernador o un presidente? El buen jucio dice que muy pocas veces tendríamos balance positivo. Pero la mayoría tiende a creer que porque un gobernante pavimentó una calle se le debe aplaudir ¿Acaso no fue nombrado para ello? Si el presidente viaja a Buenaventura a entregar subisdios para los afectados por un derrumbe ¿Por qué es visto como un dios? ¿Acaso el sueldo suyo no justifica tal labor? Esta disertación me recordó esa frase, patética por cierto, que encarna nuestro pensamiento político, que pronto debemos transformar:
Este roba como todos.,. pero al menos hace algo!!!!
viernes, junio 23, 2006
ELOGIO A LO TRIVIAL
Nicolás Suescún, en el prologo a “Una temporada en el infierno”, nos recuerda que Rimbuad se extasiaba contemplando el arte vulgar, las fachadas de las casas antiguas y la pintura considerada no artística, veía en estos elementos una preconcepción del arte. El arte siempre se ha alimentado de lo trivial y muchas veces surge el lugar común que el verdadero artista es quien puede “ver en las cosas normales, lo que un hombre del común no sospecha”, y en el mundo postmoderno y global se ha intentando darle valor a todo tipo de expresiones cotidianas alcanzando en algunos casos excelentes simbolismos del arte y otras veces simples payasadas. |
miércoles, junio 21, 2006
ARGUMENTO
jueves, junio 15, 2006
OTRA VEZ LA RUTINA
martes, junio 06, 2006
DE NADA VALEN LOS ESFUERZOS
De nada valen los esfuerzos Luchar es profesión de «nadie» Es mejor jugar naipe Y apostar los testículos O manejar un auto a 180kms Con los ojos vendados Mejor que luchar, huir El aire refrescante de la huida Trae mayor satisfacción La grandeza de un empleado se mide con los paupérrimos cheques para comprar angustias. De nada valen los esfuerzos Ya lo comprobé Es mejor lanzarse al vacío Del licor, él nos disciplina Y los amigos nos miran Con desconfianza desmedida O tal vez mejor trepar un muro Para descubrir que al otro lado No hay nada Estoy 100% seguro que es mejor Escapar en un tren Pero no tengo lo suficiente Para comprar un boleto |