martes, mayo 30, 2006

APUNTES SOBRE LA RUTINA

Nada más desesperanzador que los actos cotidianos que, por su periodicidad, moldean nuestro comportamiento hasta convertirnos en seres espectrales que ocupan un lugar pero no lo habitan. La rutina, ese monstruo de mil tentáculos hijo de la modernidad y sus concubinas, nos abraza en silencio, se apodera de la vitalidad y sin darnos cuenta nos acerca peligrosamente a esa otra hija bastarda: la conformidad. Richard Sennett lo expresa claro en «La corrosión del carácter» cuando dice: “Una vez establecida, una rutina no permite muchas cosas en el sentido de la construcción de una historia personal; para desarrollar el carácter es necesario romper la rutina”

Si, lo entiendo, estoy en sus garras y en mi intento por escapar trato de identificar algunos síntomas de mi condición. Se puede decir que la rutina me habita cuando:

· Al subir al bus urbano el 50% de los pasajeros me saludan, me guiñan un ojo, o levantan la mano reconociéndome.
· Despierto diez segundos antes de que timbre el reloj despertador
· La silla de mi oficina tiene las marcas latentes de mi espalda y mi culo
· Al llegar al bar en donde bebo mis angustias el mesero(a) me sirve el trago preferido sin preguntarme.
· Mis amigos parecen fotografías en blanco y negro
· El mismo taxista me recoge borracho más tres veces en el mes
· Espero ansioso el día del partido de la selección Colombia, la carrera de Montoya, el partido de Béisbol de Rentería, o cualquier otro evento inane.
· Confundo la pornografía del erotismo con el erotismo de la pornografía
· Descubro que ingreso al Blog siempre a la misma hora

Como no soy el único rutinario, los invito a que envíen sus síntomas que serán publicados todos los viernes a las 5:45 PM.

AQUÍ ALGUNOS SÍNTOMAS DE LOS RUTINARIOS VISITANTES

Me he dado cuenta que me despisto y asusto si tomo un camino diferente para volver a casa o para llegar a la maldita oficina, como si esos dos destinos no fueran lo suficientemente horribles para apostarle a los atajos. Estoy corroido!!! (Cigarrillo Extra)

No sé quien se limpia con quién, si la monotonía conmigo o y con ella. Visitar un bar después de haber sido echado de otro.Terminar debatiendo los mismos temas con los mismos amigos.Soy un amañado cotidiano. (Robinson Galvis)

Somos animales, lo sabemos y hasta orgullosos estamos, por eso todo lo taylorizamos,todo lo convertimos en rutina. nuestra tarea es convertirnos en homo homo (Troya)

La cotidianidad es Present Simple.Cambié de habitat, de tribu. Dejé de acariciar la mona por la oscura cerveza. Dejé el bajo mundo. Abandoné a Mutis, Márquez, Kundera, Sábato, Camus, Heminghway, Chaparro, Borges por Unos putos pálidos Ingleses. Lo unico que no quice cambiar.. fue la rutina de encontrarme a mis desgastados amigos. (El descigarrado)
El fracaso es mi rutina.Ni siquiera podría ganarme el título mundial del fracasado, a pesar de merecerlo: Fracasado en el amor- fracasado en el trabajo- fracasado como hijo y hermano. Fracasado entre los fracasados. Se puede decir algo más? algun dia escribiréla historia de mis fracasos (Don Cigarro)
Tuve mis momentos de dudas y desprecio hacia tanta palabrería, y tanta repetición de ideas alcohólicas, que sólo emergen después de las 11 PM, y que al amanecer desaparecen como los guayabos de un alcohólico anónimo.( El salmón)

lunes, mayo 22, 2006

INDIFERENCIA E IGNORANCIA


Siempre he realizado la pregunta de manera angustiosa e inocente ¿Qué extraño brebaje adormece a los seres cuando nos toca elegir? La respuesta siempre me ha sido esquiva. A una semana para decidir quién será el próximo presidente pienso que la Minoría de Edad de la mayoría de colombianos es quizás la principal causa de la ceguera política. Un vecino que lleva tres meses sin empleo porque en la entidad pública en donde laboraba “hubo recorte” y reestructuración, cree firmemente que Uribe como un Mesías prolífico, le traerá soluciones. ¿No sabe acaso mi vecino que fue Uribe quien diseñó la estrategia de recortes de empleos en las entidades públicas? ¿Es acaso la ignorancia una extensión del olvido?

El próximo domingo saldré a votar, votaré amarillo porque es la opción menos letal, miraré los rostros efímeros que depositan ilusiones en una Urna cantinflesca como el Estado, observaré otra vez que los que votan son siempre los mismos encantados por el Canto de la Sirena de turno, los demás estarán en sus casas, viendo televisión, barriendo la acera, o durmiendo, al fin y al cabo indiferentes.


Nuestro drama es la indiferencia de la mayoría y la ignorancia de la minoría.


viernes, mayo 12, 2006

CELULARES, ARTEFACTOS Y GLOBALIZACIÓN




Timbro, timbro, timbro, luego existo.....

Yo quisiera ser civilizado
Como los animales.
Roberto Carlos “El cantante”

En un articulo que inicialmente se publicó en el Herald Tribune (un poco antiguo, es del 2001 y ahora todo envejece más aprisa por verbigracia del pretendido postmodernismo), Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, plantea diez hipótesis sobre la globalización[1]. No pienso comentarlas todas aquí, sólo quiero recordar la primera de ellas en donde el autor pone en evidencia que las protestas contra la globalización poseen un problema antitético enorme, las mismas son una muestra misma del fenómeno globalizante. Dice Sen: “Los así llamados enemigos de la globalización no pueden estar, en general, contra ella, ya que sus protestas se cuentan entre los fenómenos más globalizados del mundo contemporáneo”[2]

Partiendo de esta tesis, válida o no, quiero dejar algunas cosas en claro:

1. Aunque quisiera, no me puedo declarar enemigo de la globalización porque aún no tengo suficientes elementos de juicio para ello. Por ejemplo, nunca he viajado por el mundo para constatar su impacto en otros contextos. De igual manera, aún siento algún tipo de goce al ver ciertos rasgos de colombianidad en otros lugares del mundo, así sea una simple bandera tricolor en un Concierto en Rio, o la imagen de Juan Valdés en las calles de Nueva York. Como pueden ver no estoy libre de pecado.

2. Estoy en descuerdo en muchos tópicos de la globalización, eso si lo puedo asegurar tajantemente, como la homogenización cultural y el reduccionismo ideológico a un mundo de la mercado-dependencia.

3. La presente reflexión no es banal, al menos para mí.

ANÉCDOTA INAUGURAL

Durante los dos últimos años he presenciado, a veces estupefacto y a veces indiferente, como la mayoría de mis amigos se obsesionaron con el mundo de los celulares. Todo empezó con una oleada promocional por parte de las empresas que detectaron el mercado potencial, y ofrecieron a precios irrisorios la nueva tecnología. Hay que aclarar que los precios parecían irrisorios, sobre todo para aquellos que los habían adquirido a precios exorbitantes apenas unos años atrás, cuando tener un celular no era sinónimo de estar IN, sino de estatus social. Los primeros conocidos que tuvieron celular fueron aquellos capaces de pagar por él, (y uno que otro chicanero) y de esa manera la nueva tecnología de la comunicación fue descendiendo por la pirámide de ingresos hasta pretender alcanzar el primer nivel; por eso se empezaron ha ofrecer a esos precios módicos, es una estrategia de mercado tan antigua como la ignorancia misma, hay que hacerle creer al cliente que se le está regalando el producto.

Veo una contradicción desde el punto de vista del consumidor: al principio de adquirieron celulares «nada que ver», aparatos de gran tamaño, incómodos de llevar y que parecían intercomunicadores de capataz. Luego llegaron unos mejores, y así sucesivamente, hasta las miniaturas computarizadas que se nos ofrecen hoy los cuales sirven como cámaras fotográficas, agendas electrónicas, etc, ¡ah!, además sirven para llamar. Los primeros se compraron ha precios altos y los últimos a precios más cómodos, pero existe una verdad: cuando los celulares «nada que ver» llegaron al mercado colombiano, los de nueva generación ya habían inundado otros mercados, sino me creen miren telenovelas mexicanas o venezolanas de antes del 2000. Los primeros compradores fueron conejillos de indias con dinero, a alguien había que venderles esos aparatos que otros mercados rechazaron.

LA ILUSIÓN DE LOS ARTEFACTOS

Me imagino cómo fue el shock que produjo el televisor cuando apareció hace más de cincuenta años en el ámbito colombiano. Cuántos sacrificios económicos haría nuestra siempre empobrecida sociedad por obtener un televisor y poder declarar solemnemente su ingreso a la modernidad. Y en ese mundo de nuevos artefactos siempre han existido los Melquíades garcíamarquesianos que hacen su aparición en los Macondos del mundo, vendiendo las nuevas esperanzas de la ciencia, y no falta el Buendía que sacrifique sus pertenencias, o las ajenas, por acceder a tal mundo de felicidad.

Ahora hay televisores a color, veintiuna pulgadas y de las mejores marcas, hasta en los suburbios. El televisor se ha hecho más indispensable que la misma comida. Se puede aguantar hambre estoicamente frente a un televisor que trasmita el programa del momento. Retrocedo, no me considero enemigo del televisor. Punto. Me considero enemigo de las construcciones sociales que generó el televisor, o quizás se deba decir las de-construcciones sociales. ¿Quién se considera capaz de hacer levantar de su sillón a un padre de familia quien un domingo observa su partido de fútbol favorito? ¿Quién convence a un hijo que es mejor leer las Mil y Una Noches que sentarse cuatro horas a observar los comics del momento? El televisor desplazó los entramados familiares a otros lugares y se metió hasta en las alcobas, otorgándole un nuevo significado al sexo conservador, el de las alcobas.

Obviamente, el televisor trajo beneficios y aportó luces modernas a la construcción de un país menos ajeno al mundo. Descubrimos fascinados las urbes, esas que sólo les estaban permitidas visitar a la clase alta y burguesa, descubrimos el maravilloso mar y soñamos con ahogarnos en sus aguas, captamos la dimensión del mundo real, no aquel que graficábamos en los mapamundis en el bachillerato. Pero todo termino por ser un objeto de entretenimiento, sacrificando la concepción de recreación que el ser humano exige. ¿Cuántos parques solitarios esperan a los televidentes? La estupidez encontró en la televisión un buen puente para adentrarse en nuestro mundo privado y el marketing pudo por fin derribar la barrera de las puertas y fachadas de nuestras casas. El resultado es verificable. Ingrese a las casas en horario de alto raiting y levante un mapa de los programas que están viendo. Luego realice un paneo de los programas que a esa hora ofrecen los múltiples canales. Conclusión a priori: los televidentes, en su gran mayoría, estarán viendo los programas más estúpidos: (tradúzcase estúpido como aquellos que no ofrece resistencia mental)

PÉGAME UN TIMBRAZO

En la medida que más amigos tenían celular, más nos alejamos. Dos razones sustentan este desenlace. Primero me he negado a poseer uno y dos, el celular termina incomunicando. La primera razón no la voy a sustentar, la segunda sí.
Comunicarse ahora vale dinero, antes no. El contexto del mundo del celular es ecónomo- dependiente y hay una gran diferencia entre poseer un trasmisor rectangular de 10x5 cms, que en el manual de uso se presenta como artefacto de comunicación, y comunicarse realmente. La comunicación no es sólo verbal, se construye a partir de gestos, de acciones pragmáticas que determinan la intencionalidad de los interlocutores. Una ceja levantada puede expresar un sentimiento que no se puede construir verbalmente, una aproximación física puede develar nuevos sentidos semánticos a una alocución. El uso del celular supone que una simple frase, simplificada además porque el tiempo es oro, da cuenta de una acción comunicativa. Si la información que de le ofrezco al otro intercomunicante tiene un precio para mí, debo ahorrarla, mejor que gaste el otro, si quiere estar bien informado. Entonces surge el tan conocido «pégame un timbrazo»

El uso del celular está masificado, no hay remedio. He visto a recicladores sacudidos por la vibración en plena avenida, contestar: ¡alo parce! A veces me he sentado con un grupo de conocidos a conversar y cada lapso de diez minutos máximo el diálogo es entrecortado porque suenan zambas, flamencos, ruidos digestivos, sonatas deformadas por el tic de la tecnología y demás formas de timbres que hacen sentir IN a sus poseedores. Un amigo muy cercano con quien solía conversar de temas áridos como éste, ahora se sienta frente a mí, toma su celular de última generación y empieza a navegar por su nuevo mundo de amigos virtuales, números de agendas, datos interconectados, fotografías digitales, y demás sucesos interactivos del mundo del celular. De vez en cuando levanta la cabeza, como interrumpido por mi monólogo retro, la culpa no es de él, es mía, porque ya no existo.

VÉNDAME UN MINUTO

La ilusión de la comunicación inmediata se rompe en mil pedazos cuando en medio de una multitud que camina ataviada de celulares alguien pregunta: ¿quién tiene un minuto? Enseguida el ambiente se enrarece y todos miran sus artefactos sintiendo un lastimero desaliento de impotencia. Claro, las nuevas formas de comunicación son costosas, pero que pereza conversar, porque mejor no chatear. Parece que los seres humanos queremos olvidar el rostro del «otro», sólo nos interesa su conocimiento, sus pertenencias, su eslogan; y el celular se erige como el artefacto más cómodo para tal fin.

Alrededor del celular se ha creado toda una sub-industria de venta de servicios, de sitios para comprar tiempo. Véndame un minuto, es la frese más sonada en estos días. Las calles están repletas de médicos de la comunicación, quienes ya saben nuestra dolencia y tienen lista la receta. Ellos han desarrollado un olfato profundo para detectar el rostro desesperado por llamar a los amigos, a la empresa, al otro amado. Minutos, minutos, minutos, minutos, es la voz que inunda las ciudades como eco infinito de la nueva ilusión tecnológica. La globalización trae un precio para todo y la ganancia tiene que surgir a pesar de las falacias, no importa que haya que sacrificar ese suceso tan hondamente humano como lo es (¿o fue?) la conversación. El mundo necesita de formas que acerquen los datos necesarios, no importas si estás en Japón o en la Serranía del Perijá, lo importante es ubicarte, el miedo empieza cuando nadie timbra a tu teléfono móvil, cuando a pesar de tus altos recibos de cuentas de minutos gastados, nadie quiere invertir en comunicarse contigo. Pero no se preocupe, la madre ciencia y está trabajando en eso, y pronto saldrá al mercado un nuevo artefacto para almas solitarias.

Las herramientas del desarrollo no son monstruos devoradores de seres, son los seres los que se devoran unos con otros con esos artefactos. El uso del artefacto ennoblece o vilipendia al mismo. Por ahora solo me queda tomar alguna de las siguientes opciones:

1. Me quedo sin amigos.
2. Accedo a tener un artefacto incomunicador en mi bolsillo
3. O para fastidiar a Amartya Sen, me declaró enemigo acérrimo de la globalización

Posdata: Para cualquier comentario al presente devaneo, favor comunicarse a mi teléfono móvil

[1] El artículo es traducido como: Si es justa, es buena. 10 verdades sobre la globalización. Se puede leer completo en: El malpensante. Lecturas paradójicas. Ago-Sep.2001. Traducción Andrés Hoyos.
[2] Ibid. Página 54.

miércoles, mayo 10, 2006

EL DEVÁNICO

Soy el devánico, el hijo de las caminatas de asfalto y dueño de unas ojeras profundas que parió la noche. Mis rutas nunca han estado trazadas por índice canceroso del destino y he luchado contra él de manera Borgiana. He querido ser Ulises de regreso a mi Itaca, pero no para encontrar a Penélope gastada por los años, sino para poder ufanarme de haber salido ileso de un encuentro con Sirenas; o ser Maqroll, aunque fuera una sola tarde, esa tarde en que Flor Estevez naufragó en sus brazos en medio de los cafetales. Mis empresas no son lo que hago, pero están latentes, esperando en la lejanía del camino, asechando en las curvas que invitan al riesgo.

Quiero gritar, pero no sandeces, porque mis oídos se cansaron de escuchar a mis congéneres. Habito una ciudad deformada pro el tedio y por el letargo del recuerdo. La justicia para mi no es un valor, es una condición de vida, es por tal razón que cuando escucho esas voces pidiendo igualdad, sé que un tirano las habita. Estoy a la intemperie con mi arte y me la juego todo en un poema, en un cuento o lo en que pueda. Sólo transito estos mundos pasajeros temiendo a la inmovilidad. La esperanza que me mueve es que no soy el único.

viernes, mayo 05, 2006

INVENTARIO

Soy un hombre desgastado por el bullicio y la anormalidad de los días. La cotidianidad me abruma. El oficio doloroso de los días repetidos me han convirtiendo en una bodega repleta de objetos inútiles. Mi inventario se limita a los siguientes superfluos elementos:

  1. Una insensible guitarra inundada de arañas vegetales.
  2. Varios poemas escritos bajo la incertidumbre de lo inédito
  3. Un proyecto de novela cuyo único mérito es el título
  4. Una colección de CD piratas que me recuerdan las mejores horas de la noche
  5. Unos calcetines sucios y tres jean sangrantes
  6. Una numerosa familia que aletarga mi cotidianidad y que me recuerdan lo duro que es reír en este tiempo de mercaderes.
  7. Algunos amigos con quienes intento no atragantarme de soledad
  8. Una página en blanco y muchas palabras que no la seducen

Todo lo demás sobra.

martes, mayo 02, 2006

DUALIDAD


Lo he visto crecer muchas veces, desde que cumplí la edad del erotismo. Siempre testigo de sus retorcijones, de sus despertares insospechados cuando en alguna reunión era revestido de grandeza por el influjo cósmico de algún coqueteo vago, o por el susurro de alguna melodía en los oídos de una chica. También lo he visto ebrio, intentando asirse de las paredes húmedas para resistir un poco más el embate de la noche, o sediento al intentar alcanzar el brebaje imposible de las Ninfas. Triste también ha estado - a quién engaño- quizás derrotado por la indiferencia de unos muslos lascivos que se escapan intactos después de una noche placentera, o acalorado por el trópico después de una ardua tarde de labores. Él es yo, y yo soy él, dualidad simbiótica que me permite tener el auto-descaro de acariciarlo mientras escribo su historia.