CUENTO DE HADAS

Después de muchos intentos logré escalar la montaña y divisar la torre al fondo de la majestuosa llanura. La edificación en piedra mixturada era igual a la descripción dada por la hechicera y según los datos proporcionados por el navegador on line de la bruja: “en la atalaya descansaría deseosa mi princesa”. Ojeé mi Ipod y construí la ruta más cercana hasta el lugar usando mi localizador satelital. Emprendí el viaje final con un deseo casi original. Cuando llegué a la base de la torre pude comprobar que su altura iba más allá de mi imaginación de juego de video. Emprendí el ascenso y después de una semana alcancé la puerta forjada en un extraño metal semejante al de las paredes del Doom2. Renegué de no tener un Xbox a la mano, pero insistí hasta que un rugido profundo y un calor propio de los infiernos me hicieron retroceder.

Regresé asustado por el valle y la torre se fue haciendo pequeña en la distancia. Fue entonces cuando encontré a mi escudero. Traía el rostro desdibujado por el cansancio, como si acabase de transitar toda la Tierra Media. Me suplicó nunca rendirme, jamás retroceder y por eso lo intenté de nuevo. Escalamos de otra vez la torre y mientras peleaba con el dragón, él liberaba la doncella. Salimos airosos del embate y la princesa de senos enormes y minifalda en cuero cayó rendida a mis brazos. Hicimos una hoguera con los restos del dragón y esa noche pude acariciar el pubis cálido de la hija del ex-ministro de economía. Se entregó sin medida, con todo su cuerpo puesto en el festín de las caricias.

Cuando desperté, aún agotado por el trajín de la noche me di cuenta de la verdad. La princesa de ensueño había huido con mi escudero. Junto a los restos humeantes de la hoguera encontré mi celular titilante por el ingreso de un mensaje reciente: Lo siento, tu escudero me ha ofrecido su casa en Miami, su Porche rojo y su tarjeta de crédito. Es mejor que busques otra princesa, hay tantas cautivas en estos días…ah, y no olvides borrar mi número de tu celular.