LA ATROCIDAD

Lo atroz se mueve en dos dimensiones: en el suceso de lo atroz y en el desconocimiento de lo mismo. Ahora el país descubre de manera torpe que en el Chocó los niños están muriendo de hambre, doce infantes fue la cifra que como detonante motivó el avispero. Entonces el procurador general de la nación, el defensor del pueblo, el presidente, los medios de comunicación y todo el mundo empezaron a gestualizar la atrocidad. ¿Ignoramos todos que esto ocurre en el país?, ¿Acaso es un hecho aislado, algo que sólo creíamos que ocurría en África? Pues NO. En Colombia mueren niños y adultos de hambre y lo peor de todo es que: Según el "Mapa del Hambre", elaborado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la tasa de desnutrición crónica en Colombia es de 13,6 por ciento. (Diario la patria)

Chocó es un departamento que pareciera estar a doscientos años de la capital, la corrupción ha tejido una enorme muralla china de impunidad, el desplazamiento, la hambruna, el abandono estatal, la desidia administrativa, el analfabetismo y todos los problemas sociales imaginables han construido allí su zona de tolerancia, y esto lo sabemos hace décadas, y los medios de comunicación no lo denuncia con el calibre de responsabilidad que les compete a los gobernantes de turno y la ciudadanía no es solidaria frente a la desesperanza.

Aquí retomo la denuncia para que los culpables de los manejos públicos del Chocó sean duramente enjuiciados, pero también amplío el umbral de culpabilidad para todos aquellos que ahora salen con los ojos des-orbitados a gritar ¿Cómo es posible esto? Todos lo sabíamos, lo que pasa es que el silencio es cómplice directo de la atrocidad y es tan culpable quien se roba los recursos del pueblo, como quien sabiéndolo calla, y más aún si se es un gobernante, un fiscal, un veedor, un político o se hace parte de un medio de comunicación.

Cuando lo atroz está frente a los ojos y no lo vemos, es porque quizás somos atroces.