J
Un día estuve derrotado
en los sangrientos campos de Waterloo,
pero tenía mis manos.
Perdí mis manos defendiendo
a los codiciosos Zares en Siberia,
pero tenía mis pies.
Perdí mis pies en Auswichtz
sin entender el grito de los arios,
pero tenía mis oídos.
Una bomba impredecible
ensordeció mi alma en Hiroshima,
pero tenía mis ojos.
En plena Guerra Fría
el uranio arruinó mi vista,
pero tenía mi boca.
Y después de tanta sin razón,
y después de tus ausencias,
he decidido enmudecer eternamente.
Un día estuve derrotado
en los sangrientos campos de Waterloo,
pero tenía mis manos.
Perdí mis manos defendiendo
a los codiciosos Zares en Siberia,
pero tenía mis pies.
Perdí mis pies en Auswichtz
sin entender el grito de los arios,
pero tenía mis oídos.
Una bomba impredecible
ensordeció mi alma en Hiroshima,
pero tenía mis ojos.
En plena Guerra Fría
el uranio arruinó mi vista,
pero tenía mi boca.
Y después de tanta sin razón,
y después de tus ausencias,
he decidido enmudecer eternamente.