***
Sólo una cosa no hay. Es el Olvido
Jorge Luis Borges.
Las civilizaciones repiten los ciclos sociales con todos los errores, como si no existiera un archivo histórico. El ser humano actúa como imitándose en otras épocas, aunque de manera inconsciente. La civilización Romana, en los apogeos de su decadencia parece ser el modelo en el cual se basa nuestra sociedad. Los factores que acercan estos dos Estados, separados por miles de años, serán el objeto de las siguientes líneas, a través de las cuales se podría dictaminar que el hombre no ha evolucionado tanto como la ciencia lo predica.
Comenzar ubicando el Estado Romano como epicentro de una crisis social y política, es remitirnos al siglo II antes de nuestra era; en ese entonces ya se estaba fermentando la futura demencia romana encarnada en emperadores como Nerón, Calígula y Domiciano, para no citar sino estos tres seres que trascendieron en el tiempo, gracias a su forma mórbida de gobierno. Roma estaba descompuesta por la variedad de guerras que sostenía, no sólo contra sus enemigos fronterizos, sino por la batalla ideológica entre Patricios y Plebeyos; estos últimos eran obligados a participar de la guerra con la ilusión de poseer un ascenso de clase social, pero después de años de lucha, eran engañados con falsas promesas y pasaban a engrosar las filas de los pobres y miserables. De aquella época data un conmovedor relato de Tiberio Graco, que describe claramente la situación caótica de las clases plebeyas: " ...pero los hombres que luchan y mueren por Italia sólo poseen el aire y la luz. Vagan por los campos, con su mujer y sus hijos, sin casa ni hogar. [1]¿Acaso es nuestra sociedad la que allí se describe?
De igual manera, unida a la ruina que dejó las guerras contra Aníbal y las luchas por las conquistas del Oriente, la desorganización del pueblo romano también fue factor importante en la formación de masas inactivas de gente, que poseían grandes cantidades de tierra productiva, mientras la mayoría eran dueños de aquellas parcelas inertes destinadas a los esclavos. La inconformidad del pueblo polarizó la situación y no tardaron en surgir líderes con propuestas de revueltas, que rápidamente fueron silenciados. El Estado romano debía tomar cartas en el asunto, y con su gran destreza para la manipulación, a través de la oratoria, y con un ejército de eruditos serviles de los gobernantes, se propuso conquistar las masas, pues entendían que aquellos «Pocos» necesitaban de los «Muchos» para defender su territorio y proveer sus despensas.
Parece ser que aquella época enmarcó la cultura dentro del servilismo, o al menos en un alto porcentaje de dependencia. La cultura al servicio del poder, como una forma más de oscurantismo y dictadura, formato que han imitado nuestros pueblos latinoamericanos. Cicerón será recordado por su elocuencia, pero también la historia le condenará porque utilizó aquella verbosidad para engañar a los seres que necesitaban saber la verdad. La contra para la revolución en marcha era la política, estrategia que perdurará por siglos; la oratoria afila sus armas y surge el discurso de la mentira. Los gobernantes eran conscientes del poder de la palabra.
En una carta que Cicerón recibe de su hermano, está dibujado el cinismo conque estos personajes se enfrentaban al pueblo, la epístola en una de sus partes explica cómo se deben dirigir a las masas: "Hay que desempeñar la comedia de tal manera que el pueblo crea que uno es amable de naturaleza, sin sospechar la menor timidez. La mímica es muy importante y debe ser tan cuidada como la voz. Por último hay que tener perseverancia y olvidar la fatiga. [2] Se podrían calificar estas líneas como el mejor consejo para practicar la falsedad. Hoy en Colombia parece que nuestros discursos políticos han sido esquematizados teniendo en cuenta aquellas advertencias a Cicerón. El manejo de palabra está apoyado por los oradores postmodernos de la teleinformática. ¿Cómo habría sido el impacto social, si los gobernantes romanos del siglo II hubiesen poseído toda un red de información avanzada para manipular las masas?
Pero no conformes, añadamos a los factores anteriores la degradación del poder. La corrupción invadía los pasillos del Senado, y era fácil encontrar a los gobernantes deliberando o construyendo leyes junto a sus concubinas, en un estado de embriaguez total. Algunos contados hombres de la sociedad romana derrochaban lo suficiente como para calmar el hambre de la plebe. Se luchaba incansablemente por obtener un puesto en el Estado, pues así se aseguraba una vida de abundancia y derroche (circular es la historia de la corrupción). Con el pueblo sometido los Patricios se sentían seguros de su momento, pero olvidaron que otras civilizaciones estaban atentas a la degradación de Italia, y la historia hoy muestra su balance inalterable.
Sin embargo, aquel gran Imperio perduraría muchos siglos más, hasta caer en las aberraciones más bajas que algún Estado haya permitido. La quietud de los Plebeyos y las argucias de la clase dominante, contribuyeron a una resignación milenaria. El laberinto de la corrupción se tornó paralelo hasta desembocar en sociedades como la española, que para infortunio de nuestros pueblos nos fue heredada. ¿Cómo lograron aquellos Césares permitirse toda clase de excesos sin que nadie hiciera nada por impedirlo? Tal vez si existieron intentos de derrocar tanta tiranía, pero quien llegaba a ocupar el trono sólo deseaba poseer y devastar. Nunca se miró con los ojos de la verdad. El pueblo era fácil de contener, gracias a su escasa cultura y la habilidad de los gobernantes para sostener una economía de lo necesario; fue entonces cuando nació aquel veredicto inmortal: “Panem et circenses” (Pan y Juegos). Si el pueblo era engañado con una moneda de dos caras, la permanencia de los gobernadores estaba asegurada.
Pero, si la legendaria Roma es recordada por la humanidad como la Meca del derecho: ¿Entonces por qué se crítica su actitud ante el pueblo? Basta remitirse a Vargas Vila, un crítico de las civilizaciones antiguas, para entender este concepto cuando dice:
"...es verdad que el mundo debe a Roma la fundación del Derecho...pero, ¿de cuál derecho?... del derecho de la fuerza, que es todo lo contrario de la Fuerza del derecho; Roma escribió el derecho con la punta de la espada, y la espada no ha servido nunca para fundar el derecho, sino para decapitarlo. [3]
El error de los gobernantes romanos es cortante, en el papel las leyes favorecían la igualdad, en la praxis el poder se imponía. Aquí está presente otra congruencia con el Estado colombiano, nuestra nueva constitución ofrece los argumentos válidos y suficientes para exigir, pero quienes finalmente deciden, son parte de la gran conspiración burguesa. La máquina de la corrupción sigue vigente veintidós siglos después. Tal vez si exista la eternidad...
Entonces, ¿nuestra sociedad debe resignarse a esperar la hecatombe, como burda imitación de la decadente Roma? O ¿se pueden plantear salidas, con objetivos a largo plazo? Ya se dijo que la cultura romana estuvo manipulada por los deseos de los Césares; incluso un poeta de la calidad estética de Virgilio no se mantuvo al margen de aquella cultura-dependencia. La Eneida surge de una petición de Augusto para crear una epopeya nacional, una obra épica que hiciera olvidar la superioridad cultural Griega y aureolar su figura; por eso Virgilio en una muestra de adulación, confiere a Augusto el linaje descendiente de Eneas. Tomando como referencia la actitud de los artistas romanos se puede inferir que la posición del artista colombiano debe ser neutral, y no prestarse al juego de la mediocridad que plantea nuestra sociedad, sin caer en la polarización de las décadas de lo sesenta y su seudo ideología que sólo contribuyó a construir más barbarie. Se debe crear un escenario para la recreación de valores como la honestidad y la equidad y trascender a los planos de la objetividad, sólo así la historia dará un balance positivo de nuestras artes. Hay que desplazar el entorno cultural y acceder a una nueva visión objetiva del estado de las cosas, para emprender la recuperación; así lo planteó Luis Carlos Restrepo, (antes de contradecirse con sus actuaciones) cuando invitaba al cambio de mentalidad en las siguientes líneas: " Una inversión sensorial es necesaria para resignificar la vida diaria, accediendo, como en los grandes ritos iniciáticos, a una alteración del estado de conciencia que nos obligue a desplazar los límites en que se ha enjaulado nuestro sistema de conocimiento." [4] En ese sentido, el compromiso del artista es ante todo histórico, lo restante sólo es cuestión de forma. El arte no puede ser una imitación de la decadencia de los pueblos y terminar al servicio de los bandos...
Finalmente, la carcoma romana penetró cada rincón, el pueblo nunca pudo controlar el desperdicio y entre lamentos y risas de embriaguez Roma terminó por autodestruirse permitiendo a otros pueblos su invasión. La sociedad próspera se obnubiló y sólo quedan vestigios de su grandeza. Gordon Childe nos ofrece un texto en donde el final suena melancólico: "En el año 150. d.c toda apariencia de prosperidad se había desvanecido. La bancarrota de la economía romana quedó al desnudo...", más adelante añade irónicamente; " La civilización clásica había perecido 150 años antes de que los invasores bárbaros venidos de Alemania quebraran por fin la unidad política del Imperio e iniciara formalmente la Edad Media en Europa [5]
Había llegado el final de aquel gran imperio, gracias a la debilidad de su sociedad; porque se pueden poseer las mejores estructuras económicas, legislativas, etc., pero al final lo que cuenta es la interacción del hombre con el mismo hombre. El poder siempre olvida quién sostiene el poder.
Ante tal similitud, el despertar debe ser rápido, porque en nuestra sociedad parece estar vigente aquella sentencia de Nietzsche, en boca de Zaratrhursta: " Repleta está la tierra de gentes que sobran, corrompida está la vida por los superfluos”,[6] y más adelante perece dirigirse a todos nosotros cuando exclama: " No os soportáis a vosotros mismos, no os amáis lo suficiente: de ahí que queráis inducir al prójimo a que ame, y aureolaros con su error. [7]
Sólo una cosa no hay. Es el Olvido
Jorge Luis Borges.
Las civilizaciones repiten los ciclos sociales con todos los errores, como si no existiera un archivo histórico. El ser humano actúa como imitándose en otras épocas, aunque de manera inconsciente. La civilización Romana, en los apogeos de su decadencia parece ser el modelo en el cual se basa nuestra sociedad. Los factores que acercan estos dos Estados, separados por miles de años, serán el objeto de las siguientes líneas, a través de las cuales se podría dictaminar que el hombre no ha evolucionado tanto como la ciencia lo predica.
Comenzar ubicando el Estado Romano como epicentro de una crisis social y política, es remitirnos al siglo II antes de nuestra era; en ese entonces ya se estaba fermentando la futura demencia romana encarnada en emperadores como Nerón, Calígula y Domiciano, para no citar sino estos tres seres que trascendieron en el tiempo, gracias a su forma mórbida de gobierno. Roma estaba descompuesta por la variedad de guerras que sostenía, no sólo contra sus enemigos fronterizos, sino por la batalla ideológica entre Patricios y Plebeyos; estos últimos eran obligados a participar de la guerra con la ilusión de poseer un ascenso de clase social, pero después de años de lucha, eran engañados con falsas promesas y pasaban a engrosar las filas de los pobres y miserables. De aquella época data un conmovedor relato de Tiberio Graco, que describe claramente la situación caótica de las clases plebeyas: " ...pero los hombres que luchan y mueren por Italia sólo poseen el aire y la luz. Vagan por los campos, con su mujer y sus hijos, sin casa ni hogar. [1]¿Acaso es nuestra sociedad la que allí se describe?
De igual manera, unida a la ruina que dejó las guerras contra Aníbal y las luchas por las conquistas del Oriente, la desorganización del pueblo romano también fue factor importante en la formación de masas inactivas de gente, que poseían grandes cantidades de tierra productiva, mientras la mayoría eran dueños de aquellas parcelas inertes destinadas a los esclavos. La inconformidad del pueblo polarizó la situación y no tardaron en surgir líderes con propuestas de revueltas, que rápidamente fueron silenciados. El Estado romano debía tomar cartas en el asunto, y con su gran destreza para la manipulación, a través de la oratoria, y con un ejército de eruditos serviles de los gobernantes, se propuso conquistar las masas, pues entendían que aquellos «Pocos» necesitaban de los «Muchos» para defender su territorio y proveer sus despensas.
Parece ser que aquella época enmarcó la cultura dentro del servilismo, o al menos en un alto porcentaje de dependencia. La cultura al servicio del poder, como una forma más de oscurantismo y dictadura, formato que han imitado nuestros pueblos latinoamericanos. Cicerón será recordado por su elocuencia, pero también la historia le condenará porque utilizó aquella verbosidad para engañar a los seres que necesitaban saber la verdad. La contra para la revolución en marcha era la política, estrategia que perdurará por siglos; la oratoria afila sus armas y surge el discurso de la mentira. Los gobernantes eran conscientes del poder de la palabra.
En una carta que Cicerón recibe de su hermano, está dibujado el cinismo conque estos personajes se enfrentaban al pueblo, la epístola en una de sus partes explica cómo se deben dirigir a las masas: "Hay que desempeñar la comedia de tal manera que el pueblo crea que uno es amable de naturaleza, sin sospechar la menor timidez. La mímica es muy importante y debe ser tan cuidada como la voz. Por último hay que tener perseverancia y olvidar la fatiga. [2] Se podrían calificar estas líneas como el mejor consejo para practicar la falsedad. Hoy en Colombia parece que nuestros discursos políticos han sido esquematizados teniendo en cuenta aquellas advertencias a Cicerón. El manejo de palabra está apoyado por los oradores postmodernos de la teleinformática. ¿Cómo habría sido el impacto social, si los gobernantes romanos del siglo II hubiesen poseído toda un red de información avanzada para manipular las masas?
Pero no conformes, añadamos a los factores anteriores la degradación del poder. La corrupción invadía los pasillos del Senado, y era fácil encontrar a los gobernantes deliberando o construyendo leyes junto a sus concubinas, en un estado de embriaguez total. Algunos contados hombres de la sociedad romana derrochaban lo suficiente como para calmar el hambre de la plebe. Se luchaba incansablemente por obtener un puesto en el Estado, pues así se aseguraba una vida de abundancia y derroche (circular es la historia de la corrupción). Con el pueblo sometido los Patricios se sentían seguros de su momento, pero olvidaron que otras civilizaciones estaban atentas a la degradación de Italia, y la historia hoy muestra su balance inalterable.
Sin embargo, aquel gran Imperio perduraría muchos siglos más, hasta caer en las aberraciones más bajas que algún Estado haya permitido. La quietud de los Plebeyos y las argucias de la clase dominante, contribuyeron a una resignación milenaria. El laberinto de la corrupción se tornó paralelo hasta desembocar en sociedades como la española, que para infortunio de nuestros pueblos nos fue heredada. ¿Cómo lograron aquellos Césares permitirse toda clase de excesos sin que nadie hiciera nada por impedirlo? Tal vez si existieron intentos de derrocar tanta tiranía, pero quien llegaba a ocupar el trono sólo deseaba poseer y devastar. Nunca se miró con los ojos de la verdad. El pueblo era fácil de contener, gracias a su escasa cultura y la habilidad de los gobernantes para sostener una economía de lo necesario; fue entonces cuando nació aquel veredicto inmortal: “Panem et circenses” (Pan y Juegos). Si el pueblo era engañado con una moneda de dos caras, la permanencia de los gobernadores estaba asegurada.
Pero, si la legendaria Roma es recordada por la humanidad como la Meca del derecho: ¿Entonces por qué se crítica su actitud ante el pueblo? Basta remitirse a Vargas Vila, un crítico de las civilizaciones antiguas, para entender este concepto cuando dice:
"...es verdad que el mundo debe a Roma la fundación del Derecho...pero, ¿de cuál derecho?... del derecho de la fuerza, que es todo lo contrario de la Fuerza del derecho; Roma escribió el derecho con la punta de la espada, y la espada no ha servido nunca para fundar el derecho, sino para decapitarlo. [3]
El error de los gobernantes romanos es cortante, en el papel las leyes favorecían la igualdad, en la praxis el poder se imponía. Aquí está presente otra congruencia con el Estado colombiano, nuestra nueva constitución ofrece los argumentos válidos y suficientes para exigir, pero quienes finalmente deciden, son parte de la gran conspiración burguesa. La máquina de la corrupción sigue vigente veintidós siglos después. Tal vez si exista la eternidad...
Entonces, ¿nuestra sociedad debe resignarse a esperar la hecatombe, como burda imitación de la decadente Roma? O ¿se pueden plantear salidas, con objetivos a largo plazo? Ya se dijo que la cultura romana estuvo manipulada por los deseos de los Césares; incluso un poeta de la calidad estética de Virgilio no se mantuvo al margen de aquella cultura-dependencia. La Eneida surge de una petición de Augusto para crear una epopeya nacional, una obra épica que hiciera olvidar la superioridad cultural Griega y aureolar su figura; por eso Virgilio en una muestra de adulación, confiere a Augusto el linaje descendiente de Eneas. Tomando como referencia la actitud de los artistas romanos se puede inferir que la posición del artista colombiano debe ser neutral, y no prestarse al juego de la mediocridad que plantea nuestra sociedad, sin caer en la polarización de las décadas de lo sesenta y su seudo ideología que sólo contribuyó a construir más barbarie. Se debe crear un escenario para la recreación de valores como la honestidad y la equidad y trascender a los planos de la objetividad, sólo así la historia dará un balance positivo de nuestras artes. Hay que desplazar el entorno cultural y acceder a una nueva visión objetiva del estado de las cosas, para emprender la recuperación; así lo planteó Luis Carlos Restrepo, (antes de contradecirse con sus actuaciones) cuando invitaba al cambio de mentalidad en las siguientes líneas: " Una inversión sensorial es necesaria para resignificar la vida diaria, accediendo, como en los grandes ritos iniciáticos, a una alteración del estado de conciencia que nos obligue a desplazar los límites en que se ha enjaulado nuestro sistema de conocimiento." [4] En ese sentido, el compromiso del artista es ante todo histórico, lo restante sólo es cuestión de forma. El arte no puede ser una imitación de la decadencia de los pueblos y terminar al servicio de los bandos...
Finalmente, la carcoma romana penetró cada rincón, el pueblo nunca pudo controlar el desperdicio y entre lamentos y risas de embriaguez Roma terminó por autodestruirse permitiendo a otros pueblos su invasión. La sociedad próspera se obnubiló y sólo quedan vestigios de su grandeza. Gordon Childe nos ofrece un texto en donde el final suena melancólico: "En el año 150. d.c toda apariencia de prosperidad se había desvanecido. La bancarrota de la economía romana quedó al desnudo...", más adelante añade irónicamente; " La civilización clásica había perecido 150 años antes de que los invasores bárbaros venidos de Alemania quebraran por fin la unidad política del Imperio e iniciara formalmente la Edad Media en Europa [5]
Había llegado el final de aquel gran imperio, gracias a la debilidad de su sociedad; porque se pueden poseer las mejores estructuras económicas, legislativas, etc., pero al final lo que cuenta es la interacción del hombre con el mismo hombre. El poder siempre olvida quién sostiene el poder.
Ante tal similitud, el despertar debe ser rápido, porque en nuestra sociedad parece estar vigente aquella sentencia de Nietzsche, en boca de Zaratrhursta: " Repleta está la tierra de gentes que sobran, corrompida está la vida por los superfluos”,[6] y más adelante perece dirigirse a todos nosotros cuando exclama: " No os soportáis a vosotros mismos, no os amáis lo suficiente: de ahí que queráis inducir al prójimo a que ame, y aureolaros con su error. [7]
Son muchos los aspectos que hacen nuestra sociedad congruente con la Roma antigua, y si profundizamos más en su estudio tal vez encontremos las soluciones que ellos no captaron por estar imbuidos en aquella maraña de descomposición. Afortunadamente aún estamos a tiempo de no ser el ejemplo postmoderno de una civilización que será recordada más por sus excesos, que por su cultura.
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En el año 2004, el texto presentado obtuvo el primer puesto modalidad ensayo en el concurso interuniversitario de literatura ESAP. Se me antoja cada vez más vigente, por eso lo dejo aquí como otro de mis gritos incesantes.
Notas Bibliográficas
------------------------------------------------[1] RIAÑO, T. Roma. Historia universal. Página 111.
[2] Ibid., Página. 113.
[3] VARGAS VILA, J. M. Polen Lírico. Conferencias. Ateneo de Montevideo. Febrero 1924. Página.81
[4] RESTREPO, Luis Carlos. El derecho a la ternura. Arango Editores. 1990. Página. 69.
[5]GORDON CHILDE. Qué sucedió en la historia. Editorial Ciencias Sociales. La Habana. Página. 277.
[6] NIETZSCHE, F. Así habla Zaratrhurstra. Ediciones Planeta. Bogotá. 1976
[7] Ibid., Página 57.
1 comentario:
Muy cierto Gamboa. En mi versiòn sòlo retomaría a Augusto antes que a la Eneida, a ese Augusto antes llamado Octavio, que peleò con deshonor en las guerras del Actio del año 30 para salvar de la hecatombe a la Repùblica de Roma (en ese momento aùn Roma era una Repùblica y aún Augusto se llamaba Octavio). Ante la victoria de Octavio y el clamor del pueblo de pan y circo Augusto logrò disolver el senado romano, una verdadera instituciòn centenaria, con acusaciones de corrupciòn y por sus propios senadores fue elegido como 'el de grata memoria', o sea el Augusto (de ahì su nombre nuevo), y como no habìa ya senado el nombre de Roma cambiò de la Repùblica Roamana al Imperio. Se disolvieron los poderes a la voluntad del nuevo emperador. Pero el caso de la analogìa de esto a Colombia es aùn màs grave. Para Roma surgiò con la desapariciòn de Augusto, y quienes llegaron a reemplazarlo con odos sus poderes y sin ninguna instituciòn que les hiciera contrapeso fueron los Calìgula y los Neròn. Hacinedo la anlogìa a Colombia, el uribismo quiere ir para rato y ya alista a su Santos y a su Vargas LLeras, y a sus ministros. Roma entre aplausos rinde a la Repùblica Democràtica. Tras la partida de Augusto, a sus sucesores se les llamò los Cèsar, el saludo al cesar luego se traspasò a cierto alemàn al que saludaba Avè Hitler, o sea Heil Hitler. Pero claro, este remedo de Augusto a duras penas si llega a ser Franco, mucho màs rastrero y peligroso.
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