CONFESIÓN PÚBLICA

¿Y si se me da la gana salir a la calle y decirle a todo el mundo que te amo? ¿Por qué debo ocultar los sentimientos? Los seres modernos, en medio de ese mundo artificial que han construido, le temen a la sensibilidad. ¿Y si grito que el amor es la esencia? Los amigos dejarán de confiar en mí y no me invitarán a disfrutar de sus cervezas. Las mujeres dirán que soy muy indeleble. Casi todos estarán de acuerdo en llamar ese acto como cursilería. No me importa. Yo amo y ese es mi bastión, así todos se rían de mis actuaciones. No me importa, porque cuando cae la noche y en la soledad de sus habitaciones tienen el leve encuentro con el pánico, entienden por un instante que la soledad que carcome sus entrañas tiene cicatrizada en su rostro la marca de la ausencia del amor. Ellas y ellos viven compartiendo su atrocidad con porcelanas, con cuadros, con objetos, con ruines mercancías, o con mujeres adquiridas en el mercado de los maniquíes, o con hombres sacados de los gimnasios del consumo, o con sueños frustrados, o con aberraciones sin ejecutar. Por eso no me importa gritar que yo te quiero, que eres mi esencia, porque de noche, cuando los fantasmas se recrean en sus mentes, yo duermo placidamente abrazado a tu regazo. Si amor, en tus brazos...